El servicio de inseminación con semen congelado provee al propietario de una yegua poder optar por genética de potros reproductores que se encuentren ya fallecidos, en ubicaciones geográficas lejanas y/o no disponibles por actividad deportiva o lesiones.

La inseminación artificial con semen fresco ha permitido, principalmente, el uso de forma más eficiente y menos desgastadora de los padrillos. De esta forma, grupos de yeguas pueden sincronizarse para ser inseminadas dentro un plantel y así lograr no sólo un menor uso del padrillo, sino que, indirectamente ordenar manejos como partos, destetes y otros.

Además de la inseminación artificial con semen fresco, existe la posibilidad de hacerlo con semen que debe viajar distancias variables al lugar donde se encuentren las yeguas en reproducción y permanecer almacenado por hasta 48 o 72 horas.

Muchas veces un potro reproductor sufre de patologías como cólicos digestivos o fracturas graves que terminan con el fallecimiento o sacrificio del potro, ya sea en pabellón o antes de tener la posibilidad de éste. Sus propietarios se lamentan el no haber conseguido de este potro las crías suficientes o a veces ninguna cría y tampoco se congeló semen del potro en forma previa.

Este nuevo sistema consiste en procesar el semen (fresco y/o refrigerado) para lograr una selección (separación) de espermatozoides entre los que producen hembras (que contienen un cromosoma X) y los que producen machos (que contienen un cromosoma Y) y así poder inseminar sus yeguas con el semen del sexo que deseen para sus futuras crías. En otras palabras poder elegir de antemano entre potranca o potrillo.

En las últimas dos décadas ha sido común la práctica de establecer el sexo del feto en las gestaciones equinas con el fin de ordenar futuros manejos dentro de un haras y muchas veces por estrategia comercial de ventas futuras o, simplemente, como servicio anexo y gratificante para sus propietarios.